Viajar desde el aeropuerto de Oporto se ha convertido en mi opción favorita cuando quiero salir de la península sin arruinarme. Los vuelos son más baratos que desde mi ciudad, y además la experiencia suele ser bastante cómoda. Esta vez, el destino era Holanda. Iba a pasar una semana en Ámsterdam y alrededores, y como los horarios del vuelo no me cuadraban bien con transporte público, decidí ir en coche y dejarlo en el Parking Aeropuerto de Porto.
Al principio me daba un poco de respeto: ¿estaría seguro? ¿sería muy caro? ¿fácil de encontrar? Pero después de investigar un poco, vi que hay varios parkings oficiales y privados alrededor del aeropuerto de Porto, muchos de ellos con servicio de traslado gratuito hasta la terminal. Reservé con antelación por internet en uno de los parkings oficiales, el P3, que es más económico para estancias largas. Me gustó que fuera un espacio vigilado, con cámaras, acceso controlado y bastantes opiniones positivas.
El día del viaje, salí temprano de casa. Llegar fue fácil, el acceso está bien señalizado y, al llegar al parking, simplemente introduje el código de mi reserva en la máquina. Se abrió la barrera y busqué sitio. Encontré uno libre enseguida. Desde allí, caminé hasta la terminal en unos 8 minutos, aunque también hay buses lanzadera que pasan con frecuencia.
Durante el viaje, la verdad es que me olvidé del coche. Esa tranquilidad de saber que está en un lugar seguro es impagable, sobre todo si viajas solo o con maletas y no quieres depender de horarios de trenes o autobuses.
Una semana después, al volver de Holanda, cansado pero feliz, fui directo al parking. Todo estaba en orden, y el proceso de salida fue igual de fácil que a la ida. Ni una sorpresa, ni una rayadura, ni un coste oculto. Solo el coche tal como lo dejé, esperando pacientemente mi regreso.
Ahora lo tengo claro: si vuelvo a volar desde Oporto, repetiré la jugada. Dejar el coche en el parking del aeropuerto fue una decisión acertada: cómoda, segura y bastante asequible. Y en viajes donde lo que quieres es que todo fluya sin complicaciones, esos pequeños detalles hacen toda la diferencia.