Las esperas forman parte de la «vida» del cliente de aerolíneas. Una encuesta de la asociación IATA reveló que siete de cada diez pasajeros considera normal una espera de treinta minutos para llegar a la puerta de embarque. Determinadas circunstancias y errores pueden ampliar este tiempo de forma sustancial. Por ejemplo, olvidarse de reservar el parking aeropuerto de Santiago u otros con una alta afluencia de pasajeros.
Prescindir de la reserva supone, en la mayoría de los casos, buscar plaza durante diez a veinte minutos. La ocupación que acompaña a las fechas señaladas puede obligar a «probar suerte» en parkings privados lejos de la terminal.
Otro error común es subestimar el check-in online, un trámite gratuito con el que pueden evitarse largas colas frente al mostrador de facturación. Normalmente, el sitio web o la aplicación de la aerolínea elegida dispone de una sección donde se facilita este trámite, de recomendado cumplimiento.
Además, las irregularidades con el equipaje pueden acarrear retrasos adicionales. Infringir las políticas de la aerolínea en cuestión (peso y tamaño máximo, objetos restringidos, etcétera) pondrá al viajero en serios apuros. Lo más recomendable es consultar la normativa antes de hacer la maleta.
Más que un retraso, perder la documentación necesaria para volar provocará que se deniegue el embarque. Sin el DNI, el pasaporte, la tarjeta de embarque u otros documentos, el viajero habrá de quedarse en tierra. Este mismo destino sufrirán los pasajeros cuyo nombre (accesible en el Documento Nacional de Identidad) no coincida con el que figura en su billete.
No todos los retrasos son responsabilidad del viajero, sin embargo. La climatología adversa, el estado del tráfico aéreo, los problemas mecánicos y otros sucesos caen dentro de la fuerza mayor y no pueden ser evitadas por el usuario, aunque sí previstas. Por ejemplo, FlightAware, FlightRadar 24 y otras apps permiten consultar la información de vuelos en cientos de países.